domingo, 22 de abril de 2007

EL ENCUENTRO

Cap.VIII ESA NOCHE



Plácida le preparó a Mateo un perolico lleno de achicoria para que pudiera combatir mejor el sueño, encendió el candil de carburo y sentado en un catre se dispuso a dejar que la noche fuera el despertar del cuerpo de Medín.

Durante un buen rato Mateo reconstruyó el episodio desde su inicio, desde cuando subió a lomos del mulo el cuerpo del muchacho malherido...una bateria de preguntas se deslizaban por su mente...¿Quién será? ¿Cómo habrá llegado hasta aquí? ¿Cómo quedará si despierta del todo? ¿Qué haremos con él?...¿Le entregaremos a la GuardiaCivil?...Creo que no...pero si recuerda quién es imagino que querrá volver con su familia...Creo que sería lo mejor para todos...

- !Donde estoy!

- !Quien soy!

-!Quien es usted!

Mateo con delicadeza y ternura comenzó a explicarle al muchacho qué había sucedido...él no recordaba absolutamente nada aunque lentamente y por esa complejidad que posee nuestro cerebro en lo más profundo de su inconsciente afloraban vagos recuerdos...como si de un sueño se tratara.

Mateo iba haciendole preguntas por ver como reaccionaba el muchacho; a fin de cuentas le interesaba mucho más que se recuperara que conocer las respuestas.

- Me encuentro desorientado...sin fuerzas...no sé quien soy...sólo siento vagamente que usted y su mujer son mi familia.

Mateo se sorprendió al constatar que en su cerebro recordaba también a Plácida.

- Y cómo sabes que vivo con mi mujer?

- No lo sé...pero es como si en sueños hubiera percibido una presencia maternal.

Medín asió con la poca fuerza que tenía la mano de Mateo y volvió a los brazos de Morfeo; Mateo también se quedó dormido apoyando su cabeza sobre el colchón de su cama.

Al menos está vivo! fué lo último que pensó Mateo antes de quedarse profundamente dormido.

A las cinco de la mañana, el gallo, con su kikiriki despertó a Mateo como cada día.

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