jueves, 15 de febrero de 2007

UNA ROMERIA DIFERENTE.


Esa tarde el pueblo era un hervidero de actividad, había que preparar la logística para la Romeria; leña para las calderas, arroz, aceite, alubias, bebida…. era Viernes y al día siguiente comenzaba la Rogativa de Catí a Sant Pere de Castellfort.

El cielo estaba cubierto, pero no amenazaba lluvia.

A las cinco de la madrugada del primer sábado de Mayo, como es preceptivo, comenzaba la "despertà" ;un grupo de músicos y un nutrido grupo de catinenses y visitantes se disponían, en el silencio de la noche y bajo una fina lluvia, a entonar el "Hoy es el día, la fiesta más grande…" ( Canto de la "Despertá") en los lugares del pueblo estratégicamente establecidos desde hace más de cien años.

Acabada la Despertá la gente acudió a uno de los Bares donde se ofrecía un almuerzo a base de "llançadora", queso tierno, chocolate crudo ,"brull", miel y cazalla.

Desde la Iglesia, a las 8 y en procesión, en dos filas, iniciaron el camino los romeros; con sus capas y su barretina y entonando el "O vere Deus" .

La lluvia iba arreciando.

La primera parada se produce en el Ermitorio de L’Avellà; a cinco Kilómetros del pueblo y a unos 1.000 metros sobre el nivel del mar.

La lluvia, inmisericorde, seguía arreciando.

Finalizada la Misa, celebrada en la capilla de la Virgen de L’Avellà, tuvo lugar un pequeño e improvisado "cónclave" entre el párroco, y el resto de autoridades tanto municipales como de la Junta de la romería para decidir si debido a las inclemencias del tiempo se suspendía la peregrinación; lógicamente la decisión fue continuar.

La lluvia seguía arreciando y la temperatura era baja.

De Catí a la Ermita de Sant Pere de Castellfort habrá sobre unos 32 Kilometros; la ida se realiza entre barrancos, altiplanos y montañas hasta llegar a los aproximadamente 1.300 msnm.
Allí una vez llegan los romeros ascendiendo una tortuosa, angosta y empinada cuesta; se accede al interior de la ermita y con el agotamiento de la caminata pero con la satisfacción del deber cumplido ( más antropológico que religioso para unos y religioso para otros ) se reza y se canta en una ceremonia ritual que finaliza con un ¡Visca Sant Pere! a la vez que se lanzan las barretinas al aire.

Fuera de la Ermita hay un altiplano enorme donde desde primera hora de la mañana los "cocineros" han preparado un guiso ancestral, sencillo, pero altamente reconfortante y exquisito de sabor " l’arròs en fessols".

Yo ese año tenía que realizar la romería con un buen amigo, él y yo no necesitamos cónclave para decidir regresar al pueblo.

Una vez en casa nos duchamos, nos pusimos ropa seca y almorzamos; nos tumbamos a descansar ( la noche anterior apenas dormimos) y sobre las dos de la tarde nos dispusimos a ir a la Ermita de Sant Pere en coche.

La lluvia seguía arreciando y la sensación de frío se incrementaba.

Paramos a comer en el Puerto de Ares.

Sobre las cuatro de la tarde retomamos el viaje y al llegar al Ermitorio de "la Mare de Deu de la Font"( a unos 7 kms. del destino) y ante nuestra sorpresa (¡Estábamos en Mayo!) la lluvia se tornó nieve.

Llegamos a Sant Pere…el paisaje era totalmente blanco, allí habría entre 4 y 5 cm. de nieve acumulada, el viento soplaba fuerte con lo que la sensación de frío era intensísima.

El altiplano de la Ermita acaba, por la parte Este, en un precipicio del que nace o muere ( según se mire) la senda por donde llegan los romeros.

Nada se sabía de ellos.

Sobre las siete de la tarde es la hora en que suelen llegar y media hora antes de que lo hagan, sus cantos monódicos y graves acuden a los oídos de los que esperan….!Ya están ahí! se suele escuchar.

Ese año no fue así…..

La nieve, el viento, el frío y la densa niebla hacían imposible tener ninguna referencia de su próxima llegada.

El ambiente entre los que esperábamos era de "calma tensa", de preocupación….eran las siete y media y no había ningún indicio de los "valientes" que desafiando a las duras condiciones meteorológicas habían decidido cumplir un ritual centenario cuyo origen se supone que se debe ( como en tantos otros lugares) a la petición de lluvia ante la sequía o de ruego para que la "Peste" abandonara el pueblo; los romeros en el "O vere Deus", pedían "Pluviam de coelis" o "Gratiam de coelis"; según fuera el caso.

Serían casi las ocho cuando entre la aterida y expectante concurrencia que esperábamos a los romeros se escuchó el esperado….!!!Ya están ahí!!!

Asomados al balcón virtual del precipicio, aguzamos todos el oído y más que escuchar queríamos oir.

¡Ahora sí! Ahora sí que se oyen!

¡OOOOOOOOOOOOOOO VE EEERE DEEE UUUUUUUS UUUUNUS ET TRINUS….!

El rumor gélido del canto en la lejanía, entre la niebla que nada dejaba ver, junto a la nieve y el frío hizo que se produjera una expectación silente y emotiva entre los que allí estábamos.

De momento, como una aparición fantasmagórica ,fueron saliendo de la niebla los romeros….

!Exhaustos!, con el cabello , las barbas y bigotes llenos de diminutas gotas de hielo y nieve….El silencio era sepulcral.

Se hizo un pasillo para que pudieran acceder, en procesión, a la ermita.

Caballerías y romeros desfilaban entre un silencio contenido.

Sus rostros reflejaban el sacrificio ( en el fondo, de eso se trata, de realizar una rogativa con el sacrificio que sea menester para conseguir algo a cambio) y sus pisadas hollaban la nieve virgen que se había respetado para la procesión....alguna lágrima se escapó y cual tempanillo de hielo se quedó fijada en la mejilla de más de uno.

Los romeros esperan a la puerta de la Ermita para, una vez todos dentro, hacer el final del trayecto.

Fue pisar el primer romero; el que lleva la cruz, el umbral de la Ermita y una espontánea, emotiva y estruendosa ovación mezclada con vítores y lágrimas premió a los pocos valientes que, en representación de todo el pueblo, habían cumplido un año más con la arraigada tradición de peregrinar 32 Kilómetros entre montañas para pedir "pluviam" o "gratiam" a Sant Pere.

Al día siguiente les esperaban los 32 Kms de regreso.

Uno de ellos, el ariete, era mi amigo y cuñado Paco Martí quien a los 48 años, en silencio y sin avisar, emprendió el camino de la última y definitiva peregrinación de su vida.

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