EL REGRESO
EL ENCUENTRO
Carmen había tenido un pálpito mientras compraba en la tienda, como un mensaje telepático en el que su hijo, Medín, le decía que estaba bien y que hoy se verian.
Entró en casa como una exhalación y sin mediar palabra D.Medín y Carmen se fundieron en un abrazo y permanecieron llorando más de tres minutos.
- !Lo sabía, Medín! !Lo sabía! no sé cómo ni por qué pero mientras estaba comprando sentí de una manera clarísima como si nuestro hijo me dijera que estaba bien y que hoy nos veriamos; nunca había sentido una sensación parecida...Estaba completamente segura que era él que me madaba un mensaje...
- Así es , Carmen, preparate que nos vamos a verle y durante el viaje te contaré qué acaba de suceder...
- Deja que me prepare una tila, Medín.
- Preparame otra para mí.
Uno es incapaz de prever como reaccionará ante situaciones impactantes; Carmen y Medín llevaban más de dos años esperando ése momento y paradójicamente, quizás debido al inesperado "shock" que suponía la noticia, no habían reaccionado todavía.
Mateo había quedado con los padres de Luis en un punto Kilométrico de la carretera que lleva a Cuenca para desde allí ( a él le había dejado el propio Luis, que se volvió a la Masia) subir al coche de sus padres y durante la media hora de trayecto hasta la Masía explicarles de forma somera pero con más detenimiento, que fué exactamente lo que sucedió.
Carmen y Medín partieron de inmediato hacia el final de un trayecto que, en contra de todos y de todas las teorías, había terminado como éllos, sólo ellos, confiaban.
Durante el viaje D.Medín le explicó a Carmen la sucesión de los hechos y por lo que le dijo Mateo intuyó que todo el problema derivaba de la amnesia total que había sufrido su hijo tras el golpe en la cabeza...
- Creo, Carmen, que ha sido una situación muy compleja pero que una vez conozcamos los detalles la entenderemos perfectamente.
- Pero tú has hablado con él!.
- Sí, Carmen, he hablado con él.
- Y estás seguro de que era nuestro hijo!.
- No me cabe la menor duda...eso sí...le noté como distante, como si no supiera que somos sus padres.
- Perdona, Medín, pero no entiendo nada.
- Estoy seguro de que hoy lo entenderemos todo.
Por fin llegaron al punto kilométrico indicado, de lejos divisaron junto a la carretera a un señor de mediana edad .
- !Ya estamos, Carmen! !Ese es Mateo!
Detuvieron el 850 y, ante las indicaciones de Mateo, se introdujeron por la senda.
Una vez detenido el coche Mateo, Carmen y Medín se abrazaron sin mediar palabra; Mateo subió al 850 y durante el trayecto hasta la Masía trató de explicarles, a su manera, qué había sucedido.
A Carmen se le disipó la primera duda que tenía y que no había comentado a su marido; la del secuestro...Mateo le había parecido, a primera impresión, un hombre bueno y noble, incapaz de haberles tendido una trampa para sacarles dinero por devolverles a su hijo retenido contra su voluntad.
Mateo les insistió a sus Padres que Luis no les reconocería.
-!Luis!, exclamó Carmen.
- Sí, señora, así le llamamos porque no recordaba ni cual era su nombre.
Llegaron a la última curva del camino y !Allí estaba la Masía!
En la puerta estaba Luis (todavía Luis) esperando.
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