sábado, 5 de mayo de 2007

EL REGRESO

EL ENCUENTRO


Carmen había tenido un pálpito mientras compraba en la tienda, como un mensaje telepático en el que su hijo, Medín, le decía que estaba bien y que hoy se verian.

Entró en casa como una exhalación y sin mediar palabra D.Medín y Carmen se fundieron en un abrazo y permanecieron llorando más de tres minutos.

- !Lo sabía, Medín! !Lo sabía! no sé cómo ni por qué pero mientras estaba comprando sentí de una manera clarísima como si nuestro hijo me dijera que estaba bien y que hoy nos veriamos; nunca había sentido una sensación parecida...Estaba completamente segura que era él que me madaba un mensaje...

- Así es , Carmen, preparate que nos vamos a verle y durante el viaje te contaré qué acaba de suceder...

- Deja que me prepare una tila, Medín.

- Preparame otra para mí.

Uno es incapaz de prever como reaccionará ante situaciones impactantes; Carmen y Medín llevaban más de dos años esperando ése momento y paradójicamente, quizás debido al inesperado "shock" que suponía la noticia, no habían reaccionado todavía.

Mateo había quedado con los padres de Luis en un punto Kilométrico de la carretera que lleva a Cuenca para desde allí ( a él le había dejado el propio Luis, que se volvió a la Masia) subir al coche de sus padres y durante la media hora de trayecto hasta la Masía explicarles de forma somera pero con más detenimiento, que fué exactamente lo que sucedió.

Carmen y Medín partieron de inmediato hacia el final de un trayecto que, en contra de todos y de todas las teorías, había terminado como éllos, sólo ellos, confiaban.

Durante el viaje D.Medín le explicó a Carmen la sucesión de los hechos y por lo que le dijo Mateo intuyó que todo el problema derivaba de la amnesia total que había sufrido su hijo tras el golpe en la cabeza...

- Creo, Carmen, que ha sido una situación muy compleja pero que una vez conozcamos los detalles la entenderemos perfectamente.

- Pero tú has hablado con él!.

- Sí, Carmen, he hablado con él.

- Y estás seguro de que era nuestro hijo!.

- No me cabe la menor duda...eso sí...le noté como distante, como si no supiera que somos sus padres.

- Perdona, Medín, pero no entiendo nada.

- Estoy seguro de que hoy lo entenderemos todo.

Por fin llegaron al punto kilométrico indicado, de lejos divisaron junto a la carretera a un señor de mediana edad .

- !Ya estamos, Carmen! !Ese es Mateo!

Detuvieron el 850 y, ante las indicaciones de Mateo, se introdujeron por la senda.

Una vez detenido el coche Mateo, Carmen y Medín se abrazaron sin mediar palabra; Mateo subió al 850 y durante el trayecto hasta la Masía trató de explicarles, a su manera, qué había sucedido.

A Carmen se le disipó la primera duda que tenía y que no había comentado a su marido; la del secuestro...Mateo le había parecido, a primera impresión, un hombre bueno y noble, incapaz de haberles tendido una trampa para sacarles dinero por devolverles a su hijo retenido contra su voluntad.

Mateo les insistió a sus Padres que Luis no les reconocería.

-!Luis!, exclamó Carmen.

- Sí, señora, así le llamamos porque no recordaba ni cual era su nombre.

Llegaron a la última curva del camino y !Allí estaba la Masía!

En la puerta estaba Luis (todavía Luis) esperando.

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