viernes, 30 de marzo de 2007

EL NIÑO QUE VINO DEL FRIO

Capitulo V LA REVOLUCION NARANJA


La población estaba crispada en Ucrania, se acercaban elecciones y había dos candidatos; Yufchenco, representante del pueblo y Yanucovich, candidato oficial que tenía todo el respaldo de la Rusia de Putin; uno, abogaba por europeización e integración de Ucrania dentro de la Comunidad Económica Europea, el otro era el baluarte de la politica continuista de Ucrania sometida a los intereses Rusos que de ningún modo querian que Ucrania ( que depende energéticamente de Rusia) dejara de ser un pais prosoviético para convertirse en occidental y alejarse del paraguas, o más bien las garras, de Putin.

Las noticias eran preocupantes, incluso llegamos a pensar que la situación podía derivar perfectamente en una confrontación civil.

De inmediato decidimos que ibamos a solicitar a través de la Asociación que Euginy pasara esas Navidades con nosotros, nos pusimos en contacto con Mercedes y nos comentó que haría lo posible pero que estaba difícil, la Embajada por orden del Gobierno estaba poniendo muchas trabas a que, como cada año, unos pocos niños que habían pasado el verano en Castellón, pudieran volver durante la navidades.

Durante ésas semanas mi interés estaba obseso en seguir cada día las informaciones que de Ucrania se hacían eco los medios de comunicación...hubo un día que le comenté a mi mujer "me temo lo peor, la confrontación civil está cada día más cerca".

A finales de Noviembre, Mercedes nos dijo que si resolvíamos aceleradamente unos problemas burocráticos Euginy ( a quien de momento no habiamos dicho nada) podría venir; utilice todas las influenciasa mi alcance y mi dedicación para agilizar los trámites con la Subdelegación del Gobierno en Castellón y con la Comisaria de policía; en cada ocasión que los crios de Ucrania venían, había que presentar un certificado por parte de Comisaría adverando que la familia de acogida era de intachable conducta y se comprometía, bajo la responsabilidad de la Policia española, a devolver al crio en la fecha indicada.

Una vez todo en regla llamamos a Euginy, le preguntamos si queria venir a pasar las Navidades con nosotros...el pobre no entendía nada pero su alegría explotó "! HURRRRRRRRRAAAAAAAA!"

En Ucrania, bueno, en parte de Ucrania, la población había depositado su última esperanza en la Revolución Naranja de Yufchenco, no dejaban de aclamarle, magnificarle y venerarle "Inafio muy pronto seremos como España", me decia Euginy por teléfono; quien nada tiene que perder porque nada tiene se aferra a cualquier posibilidad de mejora con una euforia inusitada.

Sin saber realmente como, Yufchenco se había convertido también en mi ídolo, me compré una bufanda naranja con la que fuí junto a mi familia a recoger a Euginy al Aeropuerto de Manises; las medidas de seguridad para ellos eran extremas, venian acompañados por dos policias ucranianos que después de tramitar toda la documentación nos entregaban personalmente al niño o niña a la familia de acogida con una expresión en su rostro que asustaba "Inafio, si puedes dales cinco ieuros a cada polifia", me dijo Euginy, eché mano de la cartera y les dí diez euros a cada uno....en ucraniano me dieron lacónicamente las gracias ( parecia que hubiera pagado un "impuesto revolucionario" tácitamente pactado) me soltaron una perorata que en ucraniano parecía incluso amenazante y se despidieron; por lo que nos tradujo Euginy lo que nos dijo uno de los policias era una amenaza en toda regla.

Euginy estaba feliz y anaranjado, no dejaba de hablar de Yufchenco, de la revolución naranja y de su país, su nacionalismo se había acrecentado y estaba convencido de que habían ganado la partida antes de comenzar a jugarla.

Durante su estancia descubrió otra faceta de nuestra cultura, ellos son ortodoxos y no celebran las navidades como aquí; el despilfarro integral que se suele practicar durante esas fechas en España (regalos, comidas, ciudades iluminadas... abusos a fin de cuentas) hizo que creyera que aquí se ataban los perros con longanizas, aspecto que me costó mucho hacerle entender para que asumiera que ese despilfarro sólo se produce en navidades.

Seguiamos las novedades de la situación en Ucrania cada día, cuando salía Yufchenco por la tele Euginy, como si de un idolo se tratara , enarbolaba su banderita y poseso de euforia gritaba "!Yufchenko! !Ucraína!"; yo estaba pendiente del fondo de las informaciones que poco a poco iban confirmando que el peligro de confrontación se iba diluyendo como un azucarillo en un café aunque por otra parte estaba convencido que tanto ruido, tanta esperanza y tanta revolución no iban a servir para nada, idea que me entristecía profundamente viendo la fanática ilusión que la mayoria del pueblo ucraniano había depositado en Yufchenco como tabla salvadora de su precaria situación.

Euginy fué feliz durante ése mes, la tormenta política parecia haber desaparecido pero la borrasca continuaba provocando una pertinaz lluvia que auguraba que el problema ni se había resuelto ni se resolvería.

El día de la despedida ya nos habían advertido que no enviaramos nada de comida ni de dinero pero entre la habilidad de mi mujer y el ingenio de Euginy pudimos "camuflar" un jamón envuelto en cantidad de papel de periódico, con otra capa de plástico con burbujas de aire y rematado con una ancha cinta adhesiva y con ropa cubriéndolo que metimos en una gran bolsa de viaje; el dinero se lo puse enrollado y él, con su peculiar habilidad se lo colocó con esparadrapo en las ingles, toda esta "operación" se remató con los treinta euros que dí a cada uno de los policias cuando les entregué ( !que fuerte suena "entregué"!) a Euginy.

Nos dimos un beso y nos despedimos.

!Buen viaje Euginy!

A los dos días llamamos por teléfono a la vecina y cuando pude hablar con él me dijo "Inafio anoche nos comimos el Jamón para cenar".

Por suerte "el material" había llegado a su destino.

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