LA PLAZA DE LAS AULAS
Capitulo VIII PABLO
Marieta y Alberto habían cogido un sincero y profundo afecto a Plablo y Tica y los Sábados por la tarde con la presencia de la carabina, merendaban los cuatro en casa de D.Senén, Marieta llevaba con resignación su claustro ya que apenas si salía de casa, su Padre no podía quedarse sólo y de vez en cuando su tía la relevaba para que pudiera ir a la compra o a que le diera un poco el aire, D. Senén estaba como ausente aunque Marieta sabía que se daba cuenta de casi todo.
Pablo había cambiado mucho, su aspecto, con la ropa usada que le pasaba Alberto hacía que para nada pareciese un guineo, además había progresado mucho con las clases, ya sabía escribir y aunque la lectura se le hacía más farragosa con dificultad y cantinela se iba aclarando.
Mientras duraba la campaña Tica traía todos los Sábados una cesta con naranjas de su cosecha que los cuatro...y la Tía también, devoraban con fruición. Esas tardes entre Alberto y Pablo levantaban a D.Senén de la cama y lo sentaban en el sillón orejero que habían dispuesto en el comedor al tiempo que Marieta aprovechaba para asear a su Padre y a acariciarle como si de un niño se tratara, D. Senén esbozaba un ligera sonrisa que manifestaba la felicidad que debía sentir al ver a su hija feliz con su novio y sus amigos.
Para distraerse, todos los Sábados echaban unas partiditas al Parchís, el tintinear del dado en el cubilete debía activar el humor de D.Senen que pasaba la tarde con una mueca de serena felicidad que desaparecía cuando a las ocho, le volvían a acostar y Marieta una vez se despedía de Alberto y sus amigos se disponía junto con su Tía a preparar la cena.
Sus hermanos vivían ajenos a la situación, Marieta tenía asumido que no debían verse afectados por la privación de su Padre y ella les regalaba alegria y atenciones que ayudaban a que la normalidad invadiera sus vidas.
Pablo acompañaba a Tica a su casa y después de charlar un rato en la puerta se despedía con un casto, escondido y furtivo beso en la mejilla.
En La Guinea Pablo era considerado un triunfador al ser uno de los pocos que tenia un oficio honrado y una novia con "entrada de carro", a parte su equilibrado caracter y afabilidad hacia que muchos guineos lo hubieran tomado como referente y los ataques de la banda cada vez eran menos, tanto en cantidad como en saña.
Pablo, un año mayor que Alberto, se fué durante 16 meses a hacer el Servicio Militar a Melilla, no tuvo mucha suerte en el sorteo, al regreso (16 meses sin ver a Tica) y tras una semana de "permiso" en la carpinteria se reincorporó al trabajo, en seis meses se casaba con Tica.
El dueño de la carpinteria, un señor ya mayor, le dijo ésa mañana a Pablo "Mira chaval, eres un buen muchacho; trabajador y formal y has aprendido muy bien el oficio....yo ya estoy mayor y como no tengo familia ( era soltero) mi regalo de bodas será la Carpinteria...yo, mientras pueda vendré a echarte una mano y a distraerme y tú te harás cargo del negocio...hablaré con D. Alberto para que arregle los asuntos del papeleo..." Pablo quedó atónito, se echó en sus brazos y comenzaron a llorar los dos...!un guineo llorando! pensaba Pablo.
Esa noche se quedó a cenar en casa de Tica, necesitaba compartir su alegria con Tica y su familia...
!Esto hay que celebrarlo! dijo el Padre de Tica; "no te pido que cuides de nuestra hija porque sé que lo harás...sólo os pido a los dos que os hagáis felices y que no tardéis demasiado en hacernos abuelos".
Llegó el día de la boda, el banquete se celebró en un Almacén de naranjas de la Cooperativa...
Los guineos se habían introducido en el Raval...
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