LA PLAZA DE LAS AULAS
Cap- XII CAMPANAS DE BODA
D. Alberto había conseguido una silla de ruedas para D. Senén con el fin de que dada su mejoría le pudieran sacar a la calle a dar algún paseo y a tomar el Sol.
Alberto había vuelto de la mili; 16 meses sin ver a Marieta era toda una eternidad; al fin podría centrarse en su trabajo ....y en los preparativos de su boda.
Dada la situación, los Padres de Alberto y los novios decidieron que una vez casados y temporalmente,se instalarían en casa de D.Senén, Marieta no podia eludir el cuidado de su Padre y tampoco tenian previsto retrasar la boda....hasta cuando?.
Marieta había recobrado su proverbial humor y se sentía feliz con la vuelta de Alberto; su tía se había ofrecido a permanecer más tiempo en su casa con el fin de que Marieta y Alberto pudieran estar juntos y charlar de su próximo pasado ( las historias y experiencias de la mili de Alberto y la problemática y penosa situación por la que atravesaba Marieta) y de su inmediato futuro...su boda.
Esa mañana soleada D. Senén se despertó con un ánimo diferente, incluso parecia que su mejoria era mayor de la que realmente era.
!Ieta, abau, iiii!
"Vamos al Sillón, Papá?"
!EEEE, abau iiii!
Marieta entendió que lo que le pedia su padre era que le sacara a dar un paseo por la Plaza; con la ayuda de su tía sentaron a D.Senén en la silla de ruedas y como habían trasladado la habitación al "cuarto de coser" de la Planta baja, una vez aseado, salieron a pasear.
!Madre mía si se hubiera podido "entrar" en el cerebro de D.Senén!
Unas lágrimas provocadas por la mezcla de alegría, recuerdos y asunción de su situación resbalaron por las enjutas mejillas de D. Senén.
Los días no tenían suficientes horas para Marieta, entre atender a su padre, estar con Alberto y acelerar los preparativos de la Boda, al llegar la finalizar la jornada caía completamente rendida en su "cama turca" sin escuchar, la mayoria de las noches, las voces con las que habitualmente su padre requeria sus cuidados.
Ese día Marieta notó un hormigueo en su brazo derecho, no era doloroso pero sí molesto a parte que la imposibilitaba para sus quehaceres cotidianos.
Alberto al comprobar que el hormigueo no desaparecia le propuso que la visitara D. Pío; así lo hicieron y después de explorarla D. Pío al no detectar ninguna posible causa orgánica del hormigueo la tranqulizó diciéndole que era normal que con el frenético ritmo de vida que llevaba últimamente le hubiera aparecido esa molestia en el brazo " No obstante si en una semana no desaparece le haremos unas radiografias".
A las tres semanas el hormigueo no es que no hubiera desaparecido sino que se había transformado en una creciente parálisis que alarmó sobremanera a Marieta y a Alberto.
Sólo faltaba un mes escaso para la boda.
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